ilustrações: domínio público
Elizabeth Burgos
Si antaño “la diplomacia era la guerra por otros medios”, en la actualidad
la guerra por otros medios es monetaria y uno de sus blancos parece haber sido
el euro.
Los acontecimientos y las modificaciones institucionales que suscita cada
día la crisis económica de la eurozona y por ende afecta a la Unión Europea, y
la avalancha de opiniones que estos hechos inspiran, hace difícil, o
prácticamente imposible, opinar sobre las amenazas que se ciernen sobre el
euro, o hacerse una idea objetiva acerca del difícil momento que atraviesa
Europa en su conjunto y en cada país en particular.
Economistas, especialistas y académicos opinan, llenando las páginas de los
medios que rigen la opinión pública mundial. Unos motivados por sus
orientaciones políticas: liberales a ultranza que se identifican con la
corriente que achaca sin matices la culpa de la crisis económica al Estado de
Bienestar inspirado en la doctrina de la Social Democracia, a la cual
adhirieron tras la Segunda Guerra Mundial los Estados europeos. Otros,
que por el contrario, abogan por una economía bajo mayor control del
Estado, postura compartida hoy, tanto por sectores de la Social Democracia,
como por la derecha. Y el sector de la extrema izquierda, tan radical
como la liberal a ultranza, que aboga por un control total de la economía por
el Estado, al punto de complementarse ambas en su radicalismo.
Por supuesto, detrás de esa escenografía ideológica, y sin buscar escudarse
en el facilismo de la teoría del complot, se disimula apenas, una guerra de un
nuevo tipo que ha reemplazado las armas de fuego por las maquinarias
financieras secundadas por las agencias de calificación y poderosos bufetes de
legisladores.
Esta continuación de la guerra “con otros medios”, por supuesto no obvia
que existan causas de la crisis económica. La desindustrialización de
Francia y la baja de su productividad es un hecho. El inmenso fraude
fiscal en Grecia es otro hecho comprobado. La irresponsable política
económica del saliente gobierno español, es innegable. La debacle moral
del gobierno italiano, es notoria.
Algo positivo, sin embargo, podemos admitirle a este nuevo escenario
bélico, que demuestra un avance de la civilización: la ausencia de armas de
fuego, aunque la actitud depredadora y egoísta de la ganancia a toda costa y de
convertir lo humano en mercancía, vaya dejando miles de víctimas en el
camino, siendo el desempleo la consecuencia de este estado de hechos que
convierte a millones de seres en parias, despojándolos de toda dignidad.
La guerra está claramente enfilada contra la existencia del euro. Cada vez que la UE toma una medida destinada a lograr la supervivencia del euro y con ello la de la UE, el discurso apocalíptico sobre la ruptura de la UE y sobre el hundimiento del euro se hace más radical.
Algunos historiadores de la economía sitúan el comienzo de esta guerra
mediante técnicas financieras en el gobierno de Margaret Thatcher y de Ronald
Reagan.
Es cierto que el surgimiento de otros actores en el panorama geoestratégico
del mundo, aunado a la globalización, ha perturbado en particular a EE.UU, que
tras la caída de la URSS brilló por cierto tiempo como la única estrella del
firmamento, y el dólar como la única moneda de valor universal. Y
mientras el imperio soviético constituía un peligro para Europa, ésta era
aliada de Estados Unidos. Hoy la modificación del escenario
geoestratégico, el surgimiento de nuevos autores que le disputan la
preeminencia a EE.UU, obliga a buscar nuevos posicionamientos.
Vemos el desarrollo de un escenario bélico entre los poderes monetarios, en
donde no puede haber vencedores ni vencidos, porque todo el entramado se
desmoronaría. La meta que se persigue es el debilitamiento de los
contrincantes. Para el dólar es vital debilitar, o buscar la desaparición
del euro, pero no la caída del mercado europeo, vital para su economía lo que
le dejará el espacio libre para negociar con el yuan, su hermano siamés.
A China, no le conviene la desaparición del euro que garantiza que el dólar
siga marcando el valor universal en términos monetarios. A Rusia, le sería
fatal no poder proveer de gas a Europa occidental.
Conclusión: hay una guerra pero no puede ser una total como las de antaño.
Un gran progreso civilizatorio.
Reproduzido de
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