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24 abril 2016

Frederico Füllgraf - Brasil: Crónica del golpe de Estado anunciado y su narrativa kafkiana.




Primera Parte: El domingo infame


Frederico Füllgraf

Periodista y documentalista brasileño. Corresponsal de Prensa Extranjera en Chile.


Si le hubiesen contado a Jorge Luis Borges – hundido en su silla en el centro de la Gran Biblioteca, con la mirada perdida de los ciegos – quien es Eduardo Cunha, con un raro ataque de furia le hubieran dado ganas de arrancar con los dientes y deglutir las últimas páginas de su “Historia Universal de la Infamia”, sollozando arrepentido: ¿Cómo es posible que existiera un personaje todavía más repulsivo que Lazarus Morell, falso predicador, ladrón de caballos y asesino?.

Si le hubiesen contado a Jorge Luis Borges – hundido en su silla en el centro de la Gran Biblioteca, con la mirada perdida de los ciegos – quien es Eduardo Cunha, con un raro ataque de furia le hubieran dado ganas de arrancar con los dientes y deglutir las últimas páginas de su “Historia Universal de la Infamia”, sollozando arrepentido: ¿Cómo es posible que existiera un personaje todavía más repulsivo que Lazarus Morell, falso predicador, ladrón de caballos y asesino? Y leyendo en el Clarín (si, hasta el mismo Clarín argentino tendría que admitir el golpe detrás de la frontera)que de los 65 parlamentarios brasileños que juzgaron el libelo acusatorio y recomendaron la deposición de la presidenta Dilma Rousseff, 38 están formalizados judicialmente por crímenes que van de la corrupción hasta el homicidio, Borges se acordaría de Polónio, recitando con picardía su frase emblemática: “Aunque esto sea locurahay sin embargo ciertométodo en ello”.
La mayor nación de Latinoamérica en manos de un gánster
Pero no nos equivoquemos con comparaciones inmerecidas. El presidente de la Cámara de Diputados, en Brasilia, no tiene una nesga de la grandeza de los antihéroes como Hamlet, tomado de súbita turbación del alma. Lo que Cunha tiene en común con Lazarus Morell, es que también es falso predicador de una de esas sectas pentecostales, que en Latinoamérica proliferan más que farmacias y tiendas chinas, pero Morell no es partido para Cunha, que supera al mercader de esclavos borgeano con toda suerte de fraudes maquinaciones, perfidias y sobretodo cinismo.

Cunha es la encarnación del mal en estado bruto.
Ex-director de empresas estatales de Rio de Janeiro, administradas y saqueadas por su partido, el PMDB (Partido del Movimiento Democrático Brasileño), desde los años 1990 Cunha responde en 22 procesos por fraudes, falsificación de documentos y elusión fiscal.  Como la Justicia brasileña es lenta y las leyes son repletas de brechas, el parlamentario jamás fue condenado, y saltó del anonimato carioca para una carrera en la escena federal como diputado electo en octubre de 2014, con los votos pentecostales y de la “banda podrida”, esto es de la colusión de la política con los negocios sucios en Rio de Janeiro.
En diciembre de 2015, el Fiscal General de la República (PGR), Rodrigo Janot, solicitó a la Corte Suprema (STF) la deposición del presidente de Cunha y su formalización por crimen de corrupción y lavado de dinero. Pruebas irrefutables comprobaron que había favorecido en secreto un contrato a una empresa prestadora de servicios de la petrolera Petrobras a cambio de 5 millones de dólares, que la Fiscalía de Suiza encontró depositados en cuentas secretas del país europeo. Cínico, el parlamentario negó las cuentas secretas, algunas de las que están en nombre de familiares.
Dos meses después, la coalición gubernamental llamó al Consejo de Ética de la Cámara, y acusó Cunha de haberle mentido deliberadamente al parlamento. Durante la votación sobre su futuro político, el gobernista Partido de los Trabajadores (PT) votó por su inmediata deposición y pérdida de su mandato – votos que el presidente de la Cámara interpretó como “traición” de la presidenta Rousseff. Y prometió “venganza”.
La venganza de Cunha – atestada por gran número de juristas, analistas y hasta mismo medios conservadores – consistió en resucitar una de las innumerables mociones en pro del impedimento de Dilma Rouseff que ya había archivado por impertinentes, mientras se sentía protegido por el gobierno.

Orgía mediática en un domingo infame

Y este domingo, 17 de abril, el presidente de la Cámara lo diseñó como el día de su apoteosis: la votación del impeachment para derrocar a la presidenta Rousseff, democráticamente electa en octubre de 2014 con 54 millones de votos.
Como no tenía asegurada la mayoría de 2/3 de la Cámara (342 votos de los 513 diputados), el despudorado Cunha confabuló con TV Globo para que cubra en vivo la votación. La emisora, que durante meses reportó sus crímenes, pero hoy actúa como su “partner”, lo encontró bárbaro, interrumpiendo sus entretenciones dominicales a cambio de la farsa potenciada en orgía mediática.
La cobertura de TV Globo en escala nacional tenía dos objetivos: amedrentar a los parlamentarios indecisos y estimular a los televidentes a que salgan a las calles en marchas contra el gobierno. El diputado fascista, Jair Bolsonaro, exhortó a sus seguidores  para “cercar el Congreso” y amenazó con “hacerles difícil” la vida a quienes votaran contra el impeachment. ¡Ex capitán del ejército, admirador de Augusto Pinochet y predicador de la violencia contra menores, negros y homosexuales, Bolsonaro es autor de la infamante y célebre frase contra la diputada Maria do Rosário, “No te violo porque no te lo mereces!”.
Sin embargo, a mediano y largo plazo, la espectacularización televisiva pudo haber sido un tiro por la culata al servicio del elector desilusionado y de la Democracia, al exponer de modo arrollado y en escala nacional a la gang de Cunha, corrupta y antidemocrática, pues de los 513 parlamentarios de la Cámara, 303 son investigados o están formalizados en múltiples causas por la Justicia.
A altas horas de la noche del domingo infame, Dilma Rousseff fue derrotada por la farsa de Cunha por 342 contra 125 votos.
Después de la persecución sufrida durante dos años por una concertación judicial-mediática y de haber asistido al más completo letargo e inacción de la Suprema Corte, guardiana de la Constitución Democrática de 1988, quizás la más amarga decepción de Dilma Rousseff y de su partido haya sido la traición masiva de sus socios en su ya reducida coalición de gobierno, cuyos miembros o se acobardaron, ausentándose, o cambiando su voto a última  hora, presionados por empresarios y políticos de la oposición.
Para el PT, la lección del impeachment, es entender de una vez por todas, con cuantos palos se hace un bote.
Traduciendo la metáfora: mientras en la Era Lula, Brasil crecía 7% a año, el condominio de empresarios y su banda parlamentaria conservadora se consideró socia del PT, pero cuando la marea de la crisis internacional también acosó a las orillas brasileñas, sencillamente resolvieron no más pagar sus impuestos. Cuando el gobierno Rousseff no quiso recortar sus programas sociales, gastando más de lo tenía en caja, lo acusaron de “incompetente”, abandonaron el bote y cobraron la cabeza de la capitana. Si en 1964 llamaron a los militares para derrocar al gobierno reformista de João Goulart, en 2016 no sienten escrúpulos para rasgar la Constitución y dar un “golpe de Estado blando”.
Hechas las cuentas, Dilma Rousseff perdió el primero asalto, pero la batalla continua en el Senado, cuyos 81 parlamentarios votarán dos veces – primero, con mayoría simple, en una segunda vuelta con mayoría de 2/3 – si rechazan o confirman la decisión de la Cámara. La segunda vuelta será coordinada por el presidente de la Corte Suprema, que teóricamente podría declarar nulo el rito del impeachment, por dos motivos: porque no hay crimen de responsabilidad de la mandataria que justifique su alejamiento y, segundo, porque el trámite estuvo completamente contaminado por un presidente de la Cámara de Diputados que es un criminal. No obstante, no hay mucha esperanza para la sobrevida del Gobierno Dilma Rousseff. El Senado se sumará al “veredicto” de la Cámara, y la Corte Suprema, en su mayoría conservadora, hace mucho prefiere someterse al “clamor (golpista) de las calles” y a los reproches de TV Globo, que mantenerse fiel a la Constitución.
La próxima semana: Un juez incendiario y el doble estándar de la narrativa de la corrupción.

Publicado originalmente en: el DESCONCIERTO.Chile

22 outubro 2015

Manoel de Andrade: UMA NOITE EM MACHU PICCHU





Na memória de Cusco

A cidade de Cusco ficou na memória dos meus anos. Milenar e sagrada, reservada e cosmopolita, a cidade engastada qual uma concha geológica num rico vale entre montanhas de mais de três mil metros, foi a capital de um reino que durou trezentos anos, e cujas obras foram construídas para a eternidade. Pachacútec, Túpac Yupanqui e Waina Cápac marcam a glória de um século em que o império se estendeu da Colômbia até as fronteiras meridionais com o Chile e a Argentina, abarcando parte da selva amazônica, numa extensão maior do que o império romano. Cusco era a capital desse colosso territorial, o ventre da pátria peruana e o berço da sua infância nacional. Era a cidade viril, máscula, monumental. Quando Lima nasceu, parida pela estratégia, a ambição e a vaidade espanhola, representava a imagem da cidade feminina, moldada pelos caprichos e a sensualidade dos conquistadores. Cusco, encravada nas alturas, simbolizava a resistência, o palco espartano das grandes batalhas, a imagem rebelde de dois comandantes: Túpac Amaru I e Túpac Amaru II, ambos ali martirizados, em 1572 e 1781, respectivamente.

Aquí unificó pueblos y enseñó técnicas Manco Cápac, personaje escapado de la leyenda que puso los cimientos del más grande imperio de la América india.  En Cusco nació y vivió “el más grande hombre que há producido la raza aborigen americana” a decir de Markham, refiriéndose al “transformador del mundo” a Pachacútec. En esta cuidad se aposentaron los Pizarro y los Almagro y varios de ellos dejaron sus huesos. Aquí también sucumbió el incanato con el asesinato “legal” de Túpac Amaru en 1572 bajo la mirada del duro virrey Toledo. Aquí nació la idea y la lucha independentista peruana con Manco Inca que levantó al Perú contra los españoles en 1536, y con José Gabriel Túpac Amaru en 1780.  En Cusco se gestó la idea y se organizó la expedición que descubrió Chile, jefaturada por Almagro “el viejo”, (…); en Cusco se organizó la expedición de Pedro de Valdivia para colonizar Chile; en esta ciudad se organizó la expedición que partió hacia Quito y luego el País de la Canela, descubriendo el Amazonas; (…) La ciudad aclamó a Simón Bolívar después de la batalla de Ayacucho.”[1]

Parecia inacreditável estar finalmente em Cusco, a cidade atemporal e histórica, lendária e real, fundada por Manco Cápac há mil anos, capital de um império teocrático, cuja misteriosa origem pairava em cada vestígio do tempo, no espírito da cultura, sobrevivendo nos monumentos portentosos, nas imensas pedras lavradas, adornando os grandes portais, pátios e arcadas. Depois chegaram os “deuses” da Espanha, violentando seus santuários e abrindo seu relicário de artes sagradas, construindo a catedral majestosa com seus dois campanários, dominando toda a praça adornada internamente com a simbologia da fé cristã. As demais igrejas, os altares dourados, o esplendor dos vitrais da Igreja da Companhia, o Convento de Santo Domingo, construído e reconstruído, depois do terremoto de 1950, sobre as ruínas de  Corikancha, o Templo do Sol. Eu agora estava ali, no “umbigo” do mundo, refletindo a glória do período de Pachacútec, seu filho Túpac Yupanki e a extensão do imenso império, depois da grande vitória de Yahuarpampa sobre os Chancas e a anexação do Reino Chimú. Um lustro de esplendor, domínio e conciliação de tantas tribos. Cusco era a capital sagrada de um mundo construído ao longo de cinco mil quilômetros de montanhas e tudo ali, para mim, era magia, um poder sagrado encravado na paisagem imóvel e eloquente da cidade, pronunciada pelo tempo como a mais antiga da América e espiritualmente envolvida por uma secreta religiosidade vinda não da religião dogmática dos conquistadores, mas do passado panteísta do Tawatinsuyo, onde o céu e a terra são representados na cosmovisão inca da Pachamama, a Mãe Terra, e onde a política e a religião, o templo e o palácio, o Sol e o Inca se identificavam no mesmo sentimento, na mesma fé e na mesma submissão. Para o habitante do Império, a religiosidade era vivenciada, diária e incondicionalmente, na sua ética e na sua conduta social, muito mais voltadas para o sentido agrário e material da vida, do que para qualquer forma de transcendência. Mariátegui [2] que penetrou, com precocidade histórica e, também, com  genial precocidade intelectual, no âmago cultural do problema indígena peruano afirma, ao analisar o Fator Religioso que:

 “O povo incaico ignorou toda a separação entre a religião e a política, toda diferença entre Estado e Igreja. Todas  suas instituições, como todas suas crenças, coincidiam estritamente com sua economia de povo agrícola e com seu espírito de povo sedentário. A teocracia apoiava-se sobre o comum e o empírico; não na virtude taumatúrgica de um profeta nem de seu verbo. A religião era o Estado.” [3].

Machu Picchu. “Acreditará alguém no que encontrei?

Dia 29 de outubro dce 1969, saí de viagem para Machu Picchu. O trem correu a manhã inteira pelo Vale Sagrado, ziguezagueando, sempre subindo, passando por regiões agrícolas, pomares, mostrando os frutos negros do capuli, vales povoados de lhamas, salgueiros debruçados sobre os cursos de água, altas encostas rochosas, o estreito caminho beirando os precipícios, assustadoras gargantas, corredeiras.  Depois..., a descida para o vale do Vilcanota e a exuberante vegetação que já anuncia a flora amazônica. No decorrer da viagem viam-se caminhos e trilhas abandonadas, onde corriam, séculos atrás, os chasquis, os mensageiros do correio inca que atravessavam todo o império, do sul da Colômbia até o norte da Argentina.  A dois terços do caminho passamos pelas ruínas da Fortaleza de Ollantaytambo e chegamos a Águas Calientes, onde todos descem para almoçar e comprar lanches e onde desembarcam quase todos os indígenas. Poucos quilômetros adiante, por volta de treze horas, o trem chegouem Machu Picchu, com uns trinta turistas. Tudo era muito precário. Pagava-se uma pequena taxa e subia-se uma longa e empinada escadaria até o plano das ruínas, onde um jovem recebia o boleto num pequeno portão de entrada, dizendo que a visita se encerraria às dezessete horas. Não havia guia para explicar a disposição dos monumentos, mas eu trazia de Cusco alguns postais legendados e um folheto explicativo. Os passageiros de Cusco, e alguns mochileiros que haviam embarcado em Ollantaytambo, espalharam-se pelas ruínas da entrada. Juntei-me a três mochileiros argentinos e um deles já conhecia o local. Era emocionante dar os primeiros passos em Machu Picchu, “o grande pico” e começamos perambulando pelas ruínas da entrada, seguimos para a íngreme subida do Wayna Picchu numa cansativa caminhada de  uma hora, por uma difícil trilha de pedras. A recompensa estava lá, nas alturas: uma visão deslumbrante de toda a paisagem montanhosa e dentro dela a visão lá embaixo, distante e completa, das  ruínas da Cidade Sagrada, sobre o dorso planificado da montanha. Hoje, na distância de quatro décadas e com outras visões do mundo, posso dizer que foi o que de mais deslumbrante entrou pelos meus olhos. O historiador Arnold Toynbee, que no início de 1956 passou pela região em sua viagem em torno do mundo, conta, em seu livro De Leste a Oeste, do seu espanto ao chegar em Machu Picchu. Sobre “o pequeno pico” diz ele:

Wayna Picchu! Ele se ergue para o céu como a agulha da torre de uma catedral gigantesca. E a cidade pousada entre os dois picos equipara-se em grandeza ao seu ambiente natural, embora o supere em mistério. Jamais atingida pelos conquistadores espanhóis do Império Inca, ela foi posta a nu por um explorador norte-americano, Hiram Bingham. Este irrompeu através da selva que protegia a cidade e trouxe-a  para a luz como uma bela adormecida.” [4].

Depois descemos o Wayna Picchu e entramos por um desvio aonde se chega ao pequeno Templo da Lua. Lá pelas quatro e meia da tarde muitos já saíam para pegar o trem. Mas eu  decidi me ocultar para  passar a noite dormindo nas ruínas.

Guardo muitas lembranças que me encheram os olhos nas paisagens dos caminhos: Canyons gigantescos, precipícios profundos, altas passagens no centro-sul dos Andes, densas florestas, verdes vales cultivados, as travessias do Atacama e do Chaco paraguaio, baías deslumbrantes, rios imensos, lagos escondidos na intimidade das montanhas e a visão inesquecível do Titicaca. Mas Machu Picchu era magicamente diferente. Tudo ali era solene e sagrado. Circundada pelo rio Vilcanota, cujas águas ligeiras correm em torno dos picos de Machu Picchu e Huayna Picchu e cercado de altas montanhas, a cidade é única em majestade, isolamento e beleza. “Acreditará alguém no que encontrei?”, foi com essa frase que o antropólogo Hiram Bingham registrou seu espanto, no livro “A Cidade Perdida dos Incas”, ao descobrir as ruínas de Machu Picchu, em 24 de julho de 1911.

Minha noite solitária em Machu Picchu

No fim da tarde, quando o trem já havia partido, apareceram outros mochileiros, descendo apressados do Wayna Picchu e me disseram que iam acampar lá embaixo. Perguntaram se eu não iria descer, porque era proibido ficar à noite entre as ruínas. Depois disso, eu me encaminhei para a parte alta da entrada, onde ficava o local das moradias. Abri minha mochila, escrevi no meu diário e quando a penumbra invadiu o ambiente, estendi meu saco de dormir no canto de uma peça, para ali passar a noite. Era primavera e estava fresco, quase frio a2.400 metros de altitude. E ali estive muito tempo, envolvido pelo entardecer e debruçado sobre a parte baixa das paredes do meu “aposento”, olhando o perfil das montanhas, a silhueta vertical do Wayna Picchu. Sentia que algo faltava no meu íntimo e o que faltava era a ansiada experiência da noite que me propus passar na solidão das ruínas. Ali fiquei, esperando que a lua aparecesse. Guimarães Rosa escreveu que: “esperar é reconhecer-se incompleto”. E era assim que minha expectativa fazia-me sentir: incompleto, perante a expectativa daquela experiência noturna em Machu Picchu e incompleto até hoje, porque o conhecimento, quanto maior, mostra-nos que muito maior se torna a consciência do que ignoramos. As primeiras estrelas que surgiam e toda aquela paisagem noturna passava a ser só minha e parecia existir somente pela minha consciência sobre ela. Lembro-me que havia uma passagem no romanceA Náusea, de Jean Paul Sartre em que o personagem -- Antoine Roquetin  -- estava sentado diante de um amplo vale e achava que tudo aquilo somente existia pela sua consciência e que se aparecesse outra pessoa tomando consciência do ambiente, a paisagem já não era só sua. Bem, era assim que eu me sentia, porque sabia que estava absolutamente sozinho naquele lugar fantástico. A lua surgiu, iluminando a vaga escuridão e uma onda de mistério começou a rondar minha mente.

Imaginava como teria sido a vida dos habitantes que ali viveram nos dias doTawatinsuyo. A sua anímica religiosidade povoada de deuses, os rituais sagrados, as cerimônias no Templo do Sol e da Lua. Ali tudo se pronunciava em silêncio: as ruas, as praças, as escadarias, o caminho que levava ao Wayna Picchu. Ali tudo era uma “saudade de pedra”, embora não fosse o cais a que se referiu Fernando Pessoa em sua Ode Marítima. A memória histórica de tantos fatos era conduzida por minha excessiva imaginação e algo estranho me acontecia aquela noite. Era como se minhas evocações mentais abrissem uma sintonia com outro plano de pensamento.

Eu era, naquela época, um incrédulo, com uma visão materialista do mundo e a vaga noção de transcendência vinha dos diálogos de Platão, de Fédon, sobretudo, do conceito socrático de imortalidade e do mundo platônico das ideias. E me perguntava se a minha consciência era a única presença mental naquele espaço. Ou haveria um ambiente paralelo, um outro plano, ou seja, se por trás da realidade objetiva e da nossa limitada visualidade, haveria o que alguns filósofos chamaram de um mundo fantasma de percepções, ou de energias distintas, como estabeleceu a ciência nas muitas faixas de ondas no espectro eletromagnético!? [5] Haveria uma Machu Picchu invisível, uma Cidade Sagrada paralela, nas ruínas de um plano astral, com presenças espirituais ao meu lado? Quem sabe as almas dos que ali viveram no passado ou talvez o espírito protetor e “ciumento” do Imperador Pachacútec[6] --- que, em 1452, colocara a primeira pedra e convocara o arquiteto Apomayta para construir Machu Picchu, fundada com o nome mítico de Huiñaymarca (Cidade Eterna) e que depois, estrategicamente, passou a denominar-se Vitcos, para iludir a ganância dos espanhóis na sua busca do El Dourado. Onde estariam as almas das duzentas sacerdotisas, as virgens que cultuavam o sol, trazidas às pressas de Ajjllahuasi, a residência das vestais, em Cusco, antes que lá chegassem os sanguinários e depravados espanhóis?










Quem sabe a Cidade Numinosa ainda existisse, alimentada pela possível imortalidade dos seus “mortos”, reconstruída incessantemente pela paisagem mental dos seus arquitetos, sacerdotes, vestais, amautas e haravicus (poetas)! Medo do invisível? Não, nenhum... Enquanto escrevia meu diário, uma ideia se impunha em minha mente, como a dizer que eu era bem-vindo e esperado ali, que eu fora mentalmente induzido àquela casa e que eu não poderia ter ido dormir nos templos. Que isso teria sido uma profanação. Depois, tudo foi substituído por um imenso bem-estar, por uma inexplicável confiança e a isso sobreveio a sublime catarse daquela absoluta solidão, do silêncio perfeito e a imaginação, buscando a vida e os rastros indeléveis dos que viveram um dia no cotidiano encantado daquele fantástico local. Quantas preces e rituais, quantos amores, quantos dramas, quantas danças e cantares, quantos sonhos se sucederam atrás daquelas ruínas, ali sepultadas pelo tempo!?

Meu espírito bebia o mistério de um tempo que eliminava seus próprios limites. Um tempo que a memória tornou mágico, aleatório, fora da linearidade cronológica, um tempo permanente, sustentado pelo encanto e onde havia a beleza de uma grande literatura, embora não fosse escrita, porque os incas não conheciam a escrita, fonética ou pictográfica. “Escreviam” nas páginas da memória com a expressão da oralidade.[7]. Os poetas escreviam seus “jailli” ao Sol, à Lua, à Wiracocha e à Pachamama. Havia um teatro de tragédias e comédias composta pelos amautas, filósofos do império, cujas cenas eram dramatizadas diante da nobreza inca. Havia uma prosa quíchua, composta de fábulas e lendas e suas preces ao Senhor da vida chegam a lembrar a beleza da Prece de Cáritas. Diziam eles, com fervor:

Oh Fazedor, felicíssimo, venturoso Fazedor, que tens misericórdia e piedade dos homens; olha teus servos, pobres desventurados, que tu criaste, e a quem deste o ser; tem piedade deles, vivam com saúde e salvos com seus filhos e descendentes, caminhando pelo reto caminho sem pensar na maldade! Vivam longo tempo, que não morram em sua juventude, que não passem fome e vivam em paz.”

Minha alma de poeta buscava, naquela abstração, um “encontro” com o lirismo panteísta dos haravicos, os jograis que levavam a tradição oral do povo pelos quatro cantos do império e por certo ali passaram declamando seus poemas, cantando os huaynos, contando os mitos e as lendas dos antepassados. Quem sabe seus gestos e suas vozes estivessem e ainda estejam ali registrados numa tela misteriosa que as filosofias orientais chamam de registros acásicos, uma memória universal contendo todo o conhecimento do passado.

Intihuatana , a pedra que amarrava o sol

Tudo o que eu havia lido sobre os Incas borbulhava aquela noite, atropelando-se no torvelinho incessante da memória. Ali fora a capital sagrada de um império que possuía uma organização político-religiosa e social perfeita. A produção agrícola partilhada como uma devoção à Terra, e as misteriosas construções do seu gigantesco império. Que fatores astronômicos ou geográficos determinaram as localizações de Macchu Picchu, de Cusco e Ollantaytambo, assim como o platô de Nazca e suas estranhas figuras? Que misteriosos significados havia por trás daquela famosa pedra de Intihuatana, ali em Macchu Picchu, um relógio solar, por onde se chegava através de uma escadaria, tido como um poderoso centro de energias cósmicas, cultuada ainda hoje pelos indígenas e por místicos e esotéricos? Lavrada num único bloco e embora não fosse grande, a forma enigmática e sua posição soberana no terraço mais alto das ruínas, sugeria-me uma inesgotável e mística curiosidade. Decompondo seu significado, inti significa sol e huatama significa amarrar. E daí a pergunta: Estaria aquela pedra posicionada em função dos pontos cardeais do mundo? Seria ali o lugar onde os incas pensavam “amarrar” o sol? Seria ela o centro energético e teocrático do Império? Suas profundas relações com o além são surpreendentemente cada vez maiores, à medida que sucessivas investigações são feitas pelos pesquisadores e, muitos livros, alguns interessantes, outros exagerados, têm procurado interpretar o significado espiritual da pedra deIntihuatana e os desenhos de Nazca.

Como teria sido composta a família e a quem pertencera aquela casa onde eu me “hospedaria” aquela noite? As informações históricas afirmam que na Cidade Sagrada viviam cerca de três mil pessoas e que a grande maioria eram mulheres: as sacerdotisas . Nunca se soube ao certo sobre a vida social de Machu Picchu e há quem afirme que muitos morreram de uma epidemia, ou que os sobreviventes abandonaram o local em 1572, depois da execução do último inca.

En toda La Ciudad Oculta, la noticia de la muerte de Túpac Amaru corrió de casa en casa y, de inmediato, se oyeron grandes lamentaciones de dolor y voces duras que recriminaban  a los bárbaros y a sus crueles divinidades de madera. (...) Todos cantaram con la misma voz del corazón el Phuluya Phuluya Huila o “La Canción de los Difuntos”, (...)
Anda, señor mio, derecho a la luz
                        no te inquiete el rayo de la muerte
                        ni te hostiguen las voces perversas
                        tu cuerpo que fue de hueso noble
                        ahora es filamento de niebla.

                        Que tu viaje sea guiado por la luna
                        que te cubra de amor el arco iris
                        no mires el vacío de los abismos
                        ni hagas caso de los rencores
                        anda nomás, nobilísimo difunto,
                        derecho al país de los ancestros.

  (...) Durante todo ese tiempo, Vitcos (a pesar de los vientos de guerra y de la viruela) fue la activa y numinosa Ciudad de los Ritos, pero a partir de mañana debería convertirse, inevitablemente. En la Ciuda de los Muertos, una estancia privativa de los antepasados y de sus maneras de pasar la eternidad. (...)

Muchísimo tiempo después el nombre de la ciudad sería olvidado. Las nuevas generaciones terminarían atribuyéndola solo la denominación del cerro que la cobija: Machu Picchu” [8].

Naquela noite, relata ainda o autor, acenderam-se fogueiras para iluminar, com o clarão das chamas e os gestos do coração, a glória final do Tawantinsuyo. Era o grande ato religioso no final do império. O último suspiro do longo estertor político do incário. Foi a derradeira noite habitada na Cidade Sagrada, e no dia seguinte, tudo seria abandono. O que ficou, seria encontrado somente 339 anos depois, retirando do silêncio o grande segredo dos incas. As ruínas contariam, com sua mudez, a história fascinante do sacrário de um povo, construído nas montanhas. A história de uma civilização abatida pela cobiça e pelo fanatismo, mas que renasceria de suas cicatrizes, sublimada, nos séculos seguintes, nas grandes expressões da arte, da música e na literatura.

Naquele momento, Machu Picchu ali estava, impassível e enigmática diante do meu espírito. Mesmo os arqueólogos ainda não decifraram o mistério que envolveu a vida naquele local. E eu, um mero viandante do tempo, chegara ali 397 anos depois, e ousava perguntar, mentalmente, quem teria sido a última pessoa que dormiu naquela peça onde eu iria passar a noite. Quem sabe naquele quarto ela tivesse agonizado de varíola ou tivesse derramado suas lágrimas pela cruel execução de Túpac Amaru. Quem sabe seus restos repousassem ainda no grande cemitério à direita, na parte baixa das ruínas. Eu observava aquelas pedras perfeitamente encaixadas. Eram os documentos “vivos”, as silenciosas testemunhas de tantos seres que ali conviveram. Lembrei-me dos meus estudos de história e de Cecília Westphalen, aquela fantástica professora e historiadora que me motivou a ler Fernand Braudel, e ele dizia que a história não é apenas a ciência do que muda, mas também daquilo que ficou e permanece imutável. Sim, permanecia ali uma legião imutável de testemunhas. E era assim que eu me sentia, no irreal torvelinho de minha consciência, cercado por uma “nuvem de testemunhas” como afirmou Paulo de Tarso. E era preciso “ver” o que havia atrás, muito atrás das aparências, porque agora eram meras paredes. Já não havia abrigo, nem fogo, nem calor humano. Já não havia teto. E se chovesse? Mas não, o céu estivera azul durante todo o dia e a lua começava a surgir na parte oriental do cenário.

Um ateu na Cidade Sagrada

O frio foi chegando e finalmente entrei em meu saco de dormir. Acendi minha pequena lanterna e li algumas páginas de Walt Whitman. Mas eu estava muito inquieto e não me concentrava na leitura. Apaguei a luz e fiquei de frente para as estrelas. Que outros mundos habitados haveria no universo, ou aqueles minúsculos faróis acesos diante dos meus olhos eram apenas a luz que chegava de estrelas que já haviam se apagado há milhões de anos? Mas, naquele momento, que lugar era mais real que o meu leito no topo de uma montanha, no meio da Cordilheira e onde o andino e o amazônico estendiam seus braços para me amparar naquela noite? Creio que adormeci envolvido por esse enredo mágico e não sei onde me levaram e com quem estive em meus sonhos, porque nada interrompeu meu sono e somente acordei com os passos de algumas lhamas que, ao amanhecer, pastavam a poucos metros da “minha casa”. Elas vinham dos inúmeros terraços agrícolas. Era muito cedo e não havia ainda ninguém em toda a região urbana das ruínas. Levantei-me deslumbrado e a luz do sol ainda não havia transposto as montanhas do leste. Tinha a impressão que tudo renascia com a luz do sol e todo aquele mágico recanto do mundo parecia a imagem maternal da vida. Desci, caminhando descalço sobre a grama umedecida pelo rocio da madrugada, até uma fonte de água corrente que brotava das ruínas, e me lavei. Depois, acariciado pelo ar matutino das montanhas, subi lentamente para a parte superior, onde ficavam as grandes edificações e, sentado sobre a rocha sagrada do Templo do Sol, presenciei seus raios chegarem sobre o pico do Wayna Picchu, invadindo aos poucos todo o vale, envolto ainda numa bruma transparente. Ao redor da praça principal, a luz chegou afastando as sombras entre as paredes dos santuários, das torres e das tumbas. Ali fiquei por quase duas horas. Quanta subjetividade! Um ateu numa silenciosa prece, o olhar passeando respeitoso por um cenário de encanto, entre a praça e as ruínas ou sobrevoando o distante perfil das montanhas. Diante de uma paisagem que se iluminava sempre mais, o meu permanente espanto. Sentado sobre a lateral da grande pedra circular, majestosa e única, ali estive, na aldeia inesquecível do tempo, hipnotizado por tanta beleza, imaginando os dias em que, em seus jardins, as flores recendiam seu perfume pelo ambiente e as crianças corriam alegres pela praça.

Ollantaytambo, habitada desde o Império

Por volta das dez horas chegaram os primeiros mochileiros e espantaram-se com a minha presença, por estarem seguros que eram os primeiros que subiam, porque não havia hotéis nem casas lá embaixo. Somente a estação de trem e a casa dos poucos empregados. Disseram-me que haviam acampado perto da entrada da escadaria e ninguém subira antes deles. Eram os dois casais chilenos que desceram apressados o Wayna Picchu e disseram que sabiam que eu dormira nas ruínas, porque ninguém desceu depois deles. Perguntaram curiosos sobre minha experiência.

Aquele segundo e último dia revisitei e vasculhei outros recantos da cidade. Ainda pela manhã fui ao cemitério, andei pelos terraços agrícolas, descobri novas fontes e espreitei as encostas, os precipícios, observando de todos os ângulos o curso do Vilcanota, correndo em torno dos dois picos e serpenteando no sopé do Wayna Picchu. Eu sabia que aquelas águas um dia chegariam ao Brasil, através dos cursos do rios Ucaiali, Urubamba e Marañon e que ao entrar no território brasileiro passa a chamar-se Solimões. Mas só então, perto de Manaus, ao encontrar-se com o Rio Negro, e que recebe o nome de Amazonas. Em alguns momentos reencontrei os chilenos e foram eles que mataram a minha fome. No fim da tarde, desci para tomar o trem de volta a Cusco.

Quando o trem parou na estação de Ollantaytambo, subiram vários mochileiros. Um deles sentou-se ao meu lado e logo começamos a conversar. Acampara por dois dias em suas ruínas, onde estivera em missão de estudo. Estudava antropologia na Universidade de São Marcos, em Lima, e fora aluno do escritor José Maria Arguedas. Muito versado em cultura e arqueologia peruanas, falou-me da importância da arquitetura incaica do local, que na época todos chamavam de Fortaleza de Ollanta, dizendo que o que se via, através das janelas do trem, não dava a ideia da grandiosidade das suas ruínas interiores. Comentou que Garcilaso de la Vega referira-se a ela em seus Comentários Reales..., que aquelas fortificações foram construídas sob as ordens do Inca Wiraquocha  e que era, além de Cusco, a única cidade da época do Incário que ainda continuava habitada por mais de seiscentos anos. Em outras fontes da história de Cusco me inteirei que Simon Bolívar, no auge de sua glória de Libertador, depois das vitórias de Junín e Ayacucho, em viagem pelas províncias do sul, chegou a Cusco em 25 de junho de 1825 e visitou, dias depois, a fortaleza de Ollantaytambo.  Diante de sua grandeza, recomendou, por carta, a Hipólito Unanue,[9] as providências para sua conservação, afirmando que “a glória destes monumentos ainda em ruínas reclamam a favor dos seus autores, e não deve ser esquecida”.

(*) Este texto consta do livro NOS RASTROS DA UTOPIA: Uma memória crítica da América Latina nos anos 70, publicado por Escrituras em 2014.

[1] VARGAS, Víctor  Angles. Historia del Cusco Incaico. Cusco: Edição do autor, 1988, t. I, p.19-20.

[2] José Carlos Mariátegui (Moquegua, 1894 – Lima, 1930) Apesar de ter vivido apenas 35 anos, foi, por certo, o mais brilhante pensador peruano e o mais lúcido intérprete do marxismo latino-americano. Autodidata, jornalista, ensaísta e poeta, celebrizou-se através dos seus Sete ensaios de interpretação da realidade peruana, livro pelo qual tornou-se uma referência intelectual e política em todo o Continente e onde  analisa com clareza e originalidade o problema da terra e do indígena peruano e latino-americano.

[3] MARIÁTEGUI, José Carlos. Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana.Lima: Amauta,   11ª ed., 1967, p. 146.

[4] TOYNBEE, Arnold J. De Leste a Oeste. Tradução de Aydano Arruda. São Paulo: Ibrasa, 1959, p.28.

[5] A ciência mostrou que a realidade perceptível ao olho humano é vista somente pela estreita “janelinha” das ondas de luz que compõem  parte do espectro eletromagnético, e que somos cegos a uma vasta faixa de radiação que se estende das altas frequências dos raios cósmicos, cujo comprimento de onda é de apenas um trilionésimo de centímetro, até as ondas de rádio, infinitamente longas.  

[6] Pachacútec (1.400? - 1471) foi a figura mais notável do Império inca antes da chegada dos espanhóis. Foi seu nono governante e o fundador do Império. Sábio e legislador, aboliu os sacrifícios humanos nos atos religiosos e pelo elevado espírito público reconstruiu Cusco, canalizando os rios que cruzavam a cidade e construindo calçadas, monumentos e palácios, num tempo em que a capital do Império tinha mais de cem mil habitantes. Instituiu o sistema de cultivo de terraços, com que se notabilizou o sistema comunista da agricultura inca.
Visionário e destemido guerreiro, defendeu o Império quando os ferozes Chancas estiveram a ponto de tomar Cusco. Posteriormente expandiu o Império até o Equador, chegando a ter o domínio de mais de quinhentas tribos com línguas, costumes e religiões diferentes.
Deixou seu nome imortalizado pela construção da cidadela de Sacsayhuaman, a cidade fortaleza de Macchu Picchu e a reconstrução, em Cusco, do Coricancha (Templo do Sol).

[7] Em seu livro Muchas Lunas en Machu Picchu, o escritor cusquenho Enrique Rosas Paravicino, conta que o astrônomo Sapan Huillcanina apresentou  ao inca Huayna Ccápac sua invenção de um sistema de escrita, baseado em setenta e nove signos pintados em pranchas de madeira, representando imagens de aves, plantas, montanhas, astros, flores, mãos humanas , garras de águia,  figuras do sol e da lua, etc.. Os signos representavam  o som da voz humana que, associados equivaliam a palavras, frases e pensamentos. Seu invento, no entanto, foi rejeitado pelos sábios do Imperador e as suas  tábuas da memória foram queimadas, posteriormente, por  um sacerdote espanhol como uma obra do diabo.

[8] PARAVICINO,  Enrique Rosas Muchas Lunas em Machu Pucchu, Lima: Huaca Prieta e Lluvia Editores. 2006, p. 216-218.

[9] José Hipólito Unanue y Pavón (1755-1833), médico, naturalista e político, foi um precursor da independência peruana. Amigo de Simon Bolívar, a quem atendeu como médico, revolucionou a medicina em seu país e, como presidente do Primeiro Congresso Constituinte do Peru, esteve à frente da comissão que redigiu a sua Constituição Republicana.



14 junho 2013

Frederico Füllgraf - Reportagem em Cambio 21, Chile


As fotos de Evandro Teixeira 
e o primeiro diagnóstico da morte de Pablo Neruda

Edição impressa, pgs. 15-17

Link para acompanhamento da edição eletrônica:


El revés de la trama: fotos inéditas de Neruda    publicadas por Cambio21 derrumban teorías               sobre su muerte. Abogado y sobrino apuntan                                a "pruebas claves"

13/06/2013 |
Por Teresa Frías
Cambio21 publicó en exclusiva las fotos del Premio Nobel una vez muerto. Y las imágenes no coinciden con la declaración de defunción de Neruda, uno de los primeros hechos que los abogados pretenden dilucidar.

El caso Pablo Neruda sigue siendo uno de los emblemáticos que aún no encuentra fin, y sin duda la inexactitud de las causas de su muerte, sumado a que no existe registro de quién estuvo a cargo de su cuidado médico el día de su muerte en la Clínica Santa María, han complicado aún más la investigación que lleva a cabo el juez Mario Carroza.

Sin embargo, las inéditas fotografías publicadas por el semanario Cambio21 son otra arista que podría definir el futuro de la investigación. De hecho con las imágenes tomadas por el periodista brasileño Evandro Teixeira en septiembre de 1973 se refuta el informe de defunción firmado por el doctor Roberto Vargas Salazar.

Es más: en una nota publicada el 24 de septiembre 1973 en el diario Jornal do Brasil, sus enviados especiales a Santiago, Paulo César Araújo y Evandro Teixeira, citan un diagnóstico completamente diferente del informe firmado por el doctor Vargas. Escriben que Neruda había "muerto debido a una infección urológica crónica y flebitis, como lo diagnosticó el médico Sergio Draper Juliet.

El corresponsal extranjero de Brasil en Chile, Frederico Füllgraf entrevistó al fotógrafo Evandro Teixeira y en su crónica relata cómo Teixeira logró esquivar los obstáculos para obtener imágenes del Premio Nobel sin que lo supiera ni siquiera Augusto Pinochet.

Además el profesional revela que el periodista estaba asombrado de que sus imágenes "nunca habían sido objeto de investigación en Chile, desde que el magistrado Mario Carroza abrió el caso Neruda".

En su entrevista, Teixeira dice que "Neruda estaba tirado en una sala cualquiera, con Matilde Urrutia a su lado". Y agrega que "cuando llegué al sótano del hospital, allí estaba el cuerpo de Neruda sobre una hamaca. Matilde estaba sentada a su lado, estaban solos. Fue una escena para llorar. Pedí permiso: "Doña Matilde, mis sentimientos, soy el fotógrafo de Jorge Amado", poeta y escritor brasileño amigo del literato chileno.

Matilde le contesta: "Hijo mío, Jorge Amado es nuestro hermano, siéntase tranquilo". El local en donde sacó la mayoría de las fotos de esa crónica era la morgue. Sin embargo, la contraseña algo glamorosa. "Soy el fotógrafo de Jorge Amado" funcionó con Matilde Urrutia, quien permitió a Teixeira pasarse el día 24, todo, fotografiando; incluso la preparación del cuerpo de Neruda.

De la clínica, Teixeira acompañó el traslado del poeta muerto hasta "La Chascona", su casa en Santiago, toda destruida por los militares, a los pies del Cerro San Cristóbal), donde se instaló el velatorio. Con dos noches sin dormir, el día siguiente, 25/09, el fotógrafo documentó el funeral de Neruda hasta el Cementerio General de Santiago. "Subí a la tumba y saqué fotos de Neruda bajando a la tierra: yo lloraba y fotografiaba...".

Y es aquí donde inmediatamente surgió la pregunta del porqué se demoraron tanto que estas imágenes entraran al informe del juez Carroza.

Las incongruencias del caso

Como lo demuestra el expediente del juez Mario Carroza, el día 23/09/ 1973, el médico Roberto Vargas Salazar estuvo ausente de la Clínica Santa María, pero al día siguiente, 24/09, firma un certificado de defunción que indica una "caquexia cancerosa" a Neruda, reducido a "40 Kg de peso". A pesar de sacadas de perfil, NO es lo que ilustran las fotos de Teixeira, Más bien parecen confirmar los recuerdos de Manuel Araya: Neruda pesaba por lo menos 100 kilos, insiste su exchofer.

Un detalle debería interesar al juez Mario Carroza: la nota del 24/09/1973 del "Jornal do Brasil" - "Neruda morre em Santiago" - rescatada en formato digital desde Brasil, vuelve a insistir en el rol desempeñado por el médico Sergio Hernán Draper Juliet.

El boletín médico que le había prometido el presunto "director" de Clínica Santa María a Teixeira, dice que Neruda falleció "víctima de infección urológica (o urinaria) crónica y flebitis, conforme diagnosticó en la tarde del día 23 el médico Sergio Drapper," otra referencia completamente desconocida en Chile. Con este presunto diagnóstico, ahora la justicia de Chile tendrá tres versiones diferentes de la causa de muerte del poeta para apreciar: "infección urológica crónica y flebitis" (Dr. Sergio Draper, 23/09/2013), "caquexia cancerosa" (Dr. Vargas Salazar, 24/09/1973-), y "paro cardíaco por inyección" (El Mercurio, 24/09/1973-).

¿Es la Clínica Santa María un laberinto? Hay que recordar que en esa misma clínica murió el Presidente Eduardo Frei Montalva en enero de 1982. Las investigaciones señalan que murió por envenenamiento.

En conversación con Cambio21 el abogado del caso, Eduardo Contreras, dijo que "obviamente se comparten las dudas que aquí se expresan", agregando que "aún faltan muchos antecedentes del caso. Las fotos revelan una realidad distinta a la que se presenta en el estado de defunción de la clínica".

"El juez ha actuado con eficiencia, se ha dado lugar a todos los actos importantes que hemos hecho. Ahora estamos dependiendo de las pericias médicas. Se han enviado muestras para realizar el ADN de Neruda, por ende aún quedan muchas cosas por hacer", relata el abogado.

Además comparó el caso del Premio Nobel con el del Presidente Frei Montalva asegurando que "a pesar que tuvieron casi 10 años de diferencia existen muchas coincidencias entre ambos, partiendo por la clínica, los métodos y las incongruencias de los médicos".

"A estas alturas con la tecnología se podrán visualizar datos que no teníamos, principalmente por el tiempo que ha pasado desde la muerte", reconoce Contreras.

Por su parte, sobrino de Pablo Neruda, Rodolfo Reyes en entrevista conCambio21 declaró que "el reportaje es muy adecuado para la investigación del caso Neruda, ya que hará tomar conciencia a mucha gente que sabía la versión oficial de la "desnutrición caquexia. Por nuestra parte habíamos informado al Tribunal que el tío Pablo, no se encontraba desnutrido, sin embargo la contribución del reportaje y fotografías es categórica. Tengo el libro de Evandro Texeira y soy captado por su lente en dos fotografías del año 1973" (durante el velorio).

Además mencionó que "el caso empezó siendo un poco difícil de resolver, pero con mis colegas Elisabeth Flores Perez y Paola Reyes Romero, hemos conformado un buen equipo jurídico en que hemos trabajado arduamente en la investigación".

"Asimismo con el correr del tiempo, el aporte investigativo, el nuevo conocimiento y circunstancias de los hechos, las pericias médicas en laboratorios especialistas en el extranjero, la investigación policial respecto de la participación médica lo han ido clarificando y se está desentrañando una potencial verdad jurídica, y confío que se encontraran los culpables en la muerte de Neruda", reclama Reyes.

Además menciona que "confío en que el caso será posible de resolver, es mi deber moral y familiar colaborar al máximo en esta investigación. El paso de los años no será impedimento para conocer la verdad sobre la verdadera muerte o asesinato de Neruda".

Por último recalcó que •es muy importante la labor del periodismo y el interés de la prensa que muchas veces contribuyen con hechos y vivencias nuevas, lo cual hace más fácil la investigación".

25 maio 2013

Carlos Marighella - Poemário




Não ficarei tão só no campo da arte,
e, ânimo firme, sobranceiro e forte,
tudo farei por ti para exaltar-te,
serenamente, alheio à própria sorte. 


Para que eu possa um dia contemplar-te
dominadora, em férvido transporte,
direi que és bela e pura em toda parte,
por maior risco em que essa audácia importe. 


Queira-te eu tanto, e de tal modo em suma,
que não exista força humana alguma
que esta paixão embriagadora dome. 


E que eu por ti, se torturado for,
possa feliz, indiferente à dor,
morrer sorrindo a murmurar teu nome” 

São Paulo, Presídio Especial, 1939

17 maio 2013

Murió Jorge Rafael Videla, EL MAYOR GENOCIDA DE LA ARGENTINA

Fotos: divulgação

Encabezó la junta militar que se alzó con el poder luego del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, y abrió la etapa más negra de la historia Argentina. Puso en marcha un plan sistemático genocida con secuestros, saqueos y desaparición de personas, y una política económica neoliberal que fue el puntapié de inicio de uno de los procesos de vaciamiento y entrega del país a los capitales financieros más duros para la sociedad argentina. Fue condenado por delitos de lesa humanidad y murió esta mañana a los 87 años, purgando una parte de sus crímenes -de los que nunca se arrepintió- en el penal de Marcos Paz. La lucha de los organismos de derechos humanos que reclaman memoria, verdad y justicia por los 30 mil desaparecidos y los nietos que aún no fueron recuperados, sigue de pie.
La noticia fue confirmada por el director del Servicio Penitenciario Federal, Víctor Hortel, quien confirmo que Jorge Rafael Videla falleció por la mañana "de muerte natural" en el módulo 4 del Complejo Penitenciario Federal 2, de la ciudad de Marcos Paz, donde se encontraba cumpliendo condena a prisión perpetua por la comisión de delitos de lesa humanidad.
El parte médico indicó que "se lo encontró en su celda sin pulso ni reacción pupilar, por lo que se le realiza un ECG (electrocardiograma) constatándose su óbito, siendo las 08.25 hs del día de la fecha". Tras constatarse la muerte, "de conformidad con los trámites de rigor, se cursó comunicación del deceso al Juzgado Federal N 3, Secretaría N 10, de Morón".
El juez federal 3 de Morón, Juan Pablo Salas, dispuso que esta tarde se practique la autopsia al represor en la Morgue Judicial del Cuerpo Médico Forense de la Capital Federal, ubicada en Viamonte y Junín. La causa recayó en Salas porque es el que tiene jurisdicción federal en la cárcel donde estaba detenido Videla.
El dictador nació el 2 de agosto de 1925 en la ciudad bonaerense de Mercedes. Fue Jefe del Ejército Argentino desde 1975 y designado presidente del autodenominado Proceso de Reorganización Nacional que derrocó al gobierno de María Estela Martínez de Perón. Ocupó la presidencia hasta 1981.
Tras la recuperación de la democracia en 1983 fue juzgado y condenado a prisión perpetua y destitución del grado militar por numerosos crímenes de lesa humanidad cometidos durante su gobierno. Pero fue indultado por el entonces presidente Carlos Menem el 28 de diciembre de 1990 y estuvo libre hasta 1998. En ese año, el entonces juez federal de San Isidro Roberto Marquevich lo detuvo en una causa por sustracción de menores, el único delito que quedaba fuera de la órbita del indulto. En esa causa fue procesado.
El 24 de marzo de 2004 el entonces presidente Néstor Kirchner ordenó que los cuadros de los dictadores Jorge Rafael Videla y Reynaldo Bignone, que estaban colgados en una de las galerías del Colegio Militar de El Palomar, fueran retirados de allí. Kirchner destacó que ese acto marcaba "definitivamente un claro posicionamiento" del país, de las Fuerzas Armadas, del Ejército y de él mismo, en su carácter de presidente y de Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, "de terminar con esa etapa lamentable" y de que esté "consolidado el sistema de vida democrático y desterrado el terrorismo de Estado".
Videla gozó por un breve lapso de arresto domiciliario en su casa sobre avenida Cabildo, en el barrio porteño de Colegiales, pero luego fue denunciado por violar las condiciones de ese beneficio al salir a saludar por la ventana de su departamento y se lo envió a prisión.
El 5 de julio de 2012 fue condenado a 50 años de prisión por el Tribunal Oral Federal 6 al ser encontrado responsable de la puesta en marcha de un plan sistemático de sustracción de menores a secuestradas en centros clandestinos de detención y puntualmente condenado por 18 casos, entre ellos el de Guido, el nieto que la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto aún sigue buscando.
Actualmente, Videla enfrentaba un juicio oral por el denominado "Plan Cóndor", la coordinación de la represión ilegal entre dictaduras Latinoamericanas, tras haber sido condenado a reclusión perpetua por el asesinato de presos políticos en Córdoba y a 50 años de cárcel por el robo de bebés. Además, cumplía la pena de reclusión perpetua impuesta en la llamada causa 13, que juzgó a la cúpula de la última dictadura cívico militar en 1985.
La última visita a los tribunales federales de Retiro fue el martes pasado, cuando se lo trasladó desde la cárcel bonaerense de Marcos Paz para prestar declaración indagatoria ante el Tribunal Oral Federal 1 por el Plan Cóndor, donde era juzgado junto a otros 24 acusados.
Allí se negó a declarar, pero leyó un breve manifiesto en el que asumió "en plenitud" las "responsabilidades castrenses" por lo hecho en lo que llamó una "guerra" contra el "terrorismo" y deslindó de culpas a sus subordinados. "Los acompaño como preso político, hasta tanto recupere el último de ellos su ansiada libertad", dijo sobre sus consortes de causa, ante los jueces Adrián Grunberg, Oscar Amirante y Pablo Laufer.
17/05/2013