En 1910 y en 1936, funcionarios y abogados el Foreign Office emitieron
dictámenes que ponían en duda los títulos británicos para retener las Malvinas.
“No es fácil explicar nuestra posición sin quedar como bandidos
internacionales”, decía un memorando de 1936. Gran Bretaña nunca aceptó un
arbitraje porque su posición tenía “ciertas debilidades”, y las islas debían
ser conservadas “por razones estratégicas”.
A poco de planteada la crisis de las Malvinas, el gobierno británico
removió todos los documentos sobre las Falklands que se hallaban en el Public
Record Office: un archivo de papeles oficiales accesibles al público.
El Sunday Times reveló
el 20 de junio de 1982 que, entre los documentos trasladados al Foreign Office,
figuran varios en que los funcionarios de la propia cancillería británica
pusieron en duda el derecho del Reino Unido sobre el archipiélago.
Ésta es una lista de los papeles que prueban las “dudas secretas” de la
diplomacia inglesa acerca de ese derecho, invocado por el gobierno de Margaret
Thatcher para librar la guerra del Atlántico Sur:
Memorando De Bernhardt (1910). A pedido del jefe del Departamento Americano del Foreign
Office, Sidney Spicer, el investigador Gastón De Bernhardt preparó un memorando
que condensaba la historia de las islas y los argumentos jurídicos de Gran
Bretaña y la Argentina. Ese memorando sirvió como guía interna del Foreign
Office hasta 1938. De Bernhardt dejó sentado lo
siguiente:
Carta de Spicer (1910). En carta al propio De Bernhardt, Spicer confesó: “Es difícil
evitar la conclusión de que la actitud del gobierno argentino no es enteramente
injustificada, y que nuestra acción ha sido algo despótica”.
Memorando Fitzmaurice (1936). En febrero de 1936, el asesor legal George Fitzmaurice
desaconsejó que Gran Bretaña sometiera la cuestión de las Malvinas a un
arbitraje internacional: “Nuestra posición tiene ciertas debilidades. Pero
nosotros hemos ocupado las islas durante más de un siglo (aunque sea
ilegalmente, como dice la Argentina) y por razones estratégicas no podemos
renunciar a ellas. De manera que lo más indicado es adoptar una línea dura”.
Memorando Troutbeck (1936). Ese mismo año, el jefe del departamento americano del
Foreign Office, John Troutbeck, dejó sentada por escrito su opinión: “La
dificultad [para sostener] nuestra posición es que la captura de las islas
Falkland en 1833 fue un procedimiento arbitrario, si se lo juzga con los
criterios de hoy en día. No es, por lo tanto, fácil explicar nuestra posición
sin quedar como bandidos internacionales”.
Propuesta de devolver las islas a la Argentina (1940). Este documento figura en el índice del Public Record Office pero permanecerá secreto hasta el año 2015. El título,
sin embargo, es suficientemente explícito: “Oferta hecha por el gobierno de Su
Majestad para reunificar las islas Falkland con la Argentina y aceptarlas en
arriendo”.
Memorando del Departamento de Investigaciones (1946). Este documento describe la ocupación británica de las
islas, en 1833, como “un acto de injustificable agresión”.
Al margen de estos antecedentes, están los actos públicos, reveladores de
que Gran Bretaña había abandonado toda pretensión de soberanía sobre las
Malvinas.
Constituida la Organización de las Naciones Unidas, registró el
archipiélago como “territorio sin gobierno propio, bajo administración
británica”: un modo elíptico de aludir a una colonia.
El Comité Especial de Descolonización (ONU) declaró que las Malvinas
estaban sujetas al proceso descolonizador, urgido en 1960 por la Asamblea
General de las Naciones Unidas.
En 1965, Gran Bretaña y la Argentina comenzaron a negociar el futuro de las
islas en el marco de la ONU: Londres reconoció, de hecho, el status colonial de las Malvinas, su único argumento para
demorar la reintegración del archipiélago a la Argentina era la voluntad de los
isleños. La Corona ya no invocaba títulos sobre las islas.
El derecho a la autodeterminación, planteado por Gran Bretaña a favor de
los isleños, sólo surge en el caso de una población que reclama su
independencia: algo que nunca hicieron ni podrían hacer los 1800 habitantes de
la colonia británica.
Ése era el último argumento del gobierno británico, que desde 1910 venia
retrocediendo en sus posiciones –inauguradas en 1833 por Lord Palmerston con
una firme defensa del derecho de soberanía de la Corona- hasta llegar al punto
en que se hallaba el conflicto cuando, el 2 de abril, la Argentina ocupó las
islas.
Fue entonces cuando Margaret Thatcher revivió la idea según la cual “the
Falklands are British”: algo que, como lo revelan los documentos internos,
nunca fue creído ni por el Foreign Office.
Fonte: www.elhistoriador.com.ar
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15 março 2013
Londres sabe desde 1910 que no tiene derecho sobre las Malvinas
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