06 julho 2012

Joseph Brodsky - Canción de amor



Si te estuvieras ahogando, acudiría a salvarte,
          a taparte con mi manta y a ofrecerte té caliente.
Si yo fuera comisario, te arrestaría y te
          encerraría en una celda con la llave echada.



Si fueras un pájaro, grabaría un disco
          y escucharía toda la noche tu trino agudo.
Si yo fuera sargento, tú serías mi recluta
          y, chico, te aseguro que te encantaría la instrucción.



Si fueras china, aprendería tu idioma, quemaría
          mucho incienso, llevaría tu ropa rara.
Si fueras un espejo, asaltaría el baño de las señoras,
          te daría mi lápiz rojo de labios y te soplaría la nariz.



Si te gustaran los volcanes, yo sería lava
          en constante erupción desde mi oculto origen.
Y si fueras mi esposa, yo sería tu amante,
          porque la Iglesia está firmemente en contra del divorcio.





Versión de Alejandro Valero

Jozé Lezama Lima - El puerto

Foto: Frank Olsen, 


Como una giba que ha muerto envenenada
el mar quiere decirnos ¿cenará conmigo esta noche?
Sentado sobre ese mantel quiere rehusar,
su cabeza no declina el vaivén
de un oleaje que va plegando la orquesta
que sabe colocarse detrás de un árbol o del hombre despedido
por la misma pregunta entornada en la adolescencia.
Un cordel apretado en seguimiento de una roca que fija;
el cordel atensado como una espalda cuando alguien la pisa,
une el barco cambiado de colores con la orilla nocherniega:
un sapo pinchado en su centro, un escualo que se pega con una encina submarina.

La rata pasea por el cordel su oído con un recado.
Un fuego suena en parábola y un ave cae;
el adolescente une en punta el final del fuego
con su chaqueta carmesí, en reflejos dos puntos finales tragicómicos.
La presa cae en el mar o en la cubierta como un sombrero
caído con una piedra encubierta, con una piedra.
Su índice traza, un fuego pega en parábola.
La misma sonrisa ha caído como una medusa en su chaqueta carmesí.

El alción, el paje y el barco mastican su concéntrico.
El litoral y los dientes del marino ejecutan
una oblea paradisíaca para la blancura que puede
enemistarse con el papel traspasado por aquél a otro más cercano.
El barco borra el patio y el traspatio, el fanal es su máscara.
Se quita la máscara, y entonces el fanal.

Se apaga el fanal, pero la máscara explora con una profunda banalidad.
Entra el aceite muerto, los verdinegros alimentos de altamar,
a una bodega para alcanzar la mediada vivaz como un ojo paquidermo.
Como una pena seminal los hombres hispanos y los toros penosos
recuestan su peso en la bodega con los alimentos que alcanzan una medida.
Al atravesar ese hombre hispano y ese toro penoso revientan su concéntrico.
Un fuego pega en parábola y el halcón cae,
pero en la bodega del barco ha hundido lo concéntrico oscuro, penoso,
lo mesurable enmascarado que aleja con un hilo lo que recoge con un hilo.
(1945)

Pablo Neruda - Oda al mar




AQUÍ en la isla

el mar
y cuánto mar
se sale de sí mismo
a cada rato,
dice que sí, que no,
que no, que no, que no,
dice que si, en azul,
en espuma, en galope,
dice que no, que no.
No puede estarse quieto,
me llamo mar, repite
pegando en una piedra
sin lograr convencerla,
entonces
con siete lenguas verdes
de siete perros verdes,
de siete tigres verdes,
de siete mares verdes,
la recorre, la besa,
la humedece
y se golpea el pecho
repitiendo su nombre.
Oh mar, así te llamas,
oh camarada océano,
no pierdas tiempo y agua,
no te sacudas tanto,
ayúdanos,
somos los pequeñitos
pescadores,
los hombres de la orilla,
tenemos frío y hambre
eres nuestro enemigo,
no golpees tan fuerte,
no grites de ese modo,
abre tu caja verde
y déjanos a todos
en las manos
tu regalo de plata:
el pez de cada día.

Aquí en cada casa

lo queremos
y aunque sea de plata,
de cristal o de luna,
nació para las pobres
cocinas de la tierra.
No lo guardes,
avaro,
corriendo frío como
relámpago mojado
debajo de tus olas.
Ven, ahora,
ábrete
y déjalo
cerca de nuestras manos,
ayúdanos, océano,
padre verde y profundo,
a terminar un día
la pobreza terrestre.



Déjanos

cosechar la infinita
plantación de tus vidas,
tus trigos y tus uvas,
tus bueyes, tus metales,
el esplendor mojado
y el fruto sumergido.

Padre mar, ya sabemos

cómo te llamas, todas
las gaviotas reparten
tu nombre en las arenas:
ahora, pórtate bien,
no sacudas tus crines,
no amenaces a nadie,
no rompas contra el cielo
tu bella dentadura,
déjate por un rato
de gloriosas historias,
danos a cada hombre,
a cada
mujer y a cada niño,
un pez grande o pequeño
cada día.

Sal por todas las calles

del mundo
a repartir pescado
y entonces
grita,
grita
para que te oigan todos
los pobres que trabajan
y digan,
asomando a la boca
de la mina:
"Ahí viene el viejo mar
repartiendo pescado".
Y volverán abajo,
a las tinieblas,
sonriendo, y por las calles
y los bosques
sonreirán los hombres
y la tierra
con sonrisa marina.
Pero
si no lo quieres,
si no te da la gana,
espérate,
espéranos,
lo vamos a pensar,
vamos en primer término
a arreglar los asuntos
humanos,
los más grandes primero,
todos los otros después,
y entonces
entraremos en ti,
cortaremos las olas
con cuchillo de fuego,
en un caballo eléctrico
saltaremos la espuma,
cantando
nos hundiremos
hasta tocar el fondo
de tus entrañas,
un hilo atómico
guardará tu cintura,
plantaremos
en tu jardín profundo
plantas
de cemento y acero,
te amarraremos
pies y manos,
los hombres por tu piel
pasearán escupiendo,
sacándote racimos,
construyéndote arneses,
montándote y domándote
dominándote el alma.
Pero eso será cuando
los hombres
hayamos arreglado
nuestro problema,
el grande,
el gran problema.
Todo lo arreglaremos
poco a poco:
te obligaremos, mar,
te obligaremos, tierra,
a hacer milagros,
porque en nosotros mismos,
en la lucha,
está el pez,  está el pan,
está el milagro.

Fotos: divulgação, Google

¡Adelante, Chile!

Foto: divulgação

03 julho 2012

Frederico Füllgraf - Sibylle Berg, a corrosiva colunista de Der Spiegel



Spiegel Online - http://www.spiegel.de/ - é provavelmente a versão digital de maior sucesso da imprensa escrita alemã, lida por jornalistas, brokers das bolsas e também por incansáveis combatentes ao odiado capitalismo, como Margot Honnecker, a quase nonagenária viúva e ex-Primeira Dama da RDA, outrora anfitriã de perseguidos pela ditadura Pinochet, hoje ironicamente exilada no Chile de Sebastián Piñera.

Site a toda hora do dia atualizado com acribia, e uma das plataformas da mais feroz oposição às desandanças da primeira-ministra, Angela Merkel, de segunda a domingo, em S.P.O.N, a Spiegel Online também disponibiliza as colunas de seis autores, das quais se destaca a de Jacob Augstein - filho adotivo e um dos herdeiros de Rudolf Augstein, fundador do Grupo Der Spiegel, e dono do semanário Der Freitag e da editora Rogner & Bernard, de Berlim.

Im Zweifel, links [“em caso de dúvida, pela esquerda”], a coluna de Augstein é talvez a única voz efetivamente assumida como de esquerda lato sensu, se teimarmos que no SPD - fundado por Karl Marx, transformado no partido das reformas de 1968 por Willy Brandt, mas cuja liderança atual votou a favor das leis neoliberais do governo Angela Merkel, de flexibilização do trabalho, de resto também empurradas goela abaixo da França pelo PS de François Hollande - sobreviva ainda qualquer nesga da revolta, como o fantasma anunciado por Karl Marx no Manifesto do Partido Comunista.

No mais, S.P.O.N. lê-se como muro das lamentações, com choradeira  de um punhado de autores de barriga cheia, pertencentes a uma turma  de carpideiras alemãs que eu chamaria de “me ajude, não sei o que sou!”, e que parecem reencarnar o "Homem sem Qualidades", de Robert Musil: têm vergonha de se sentirem alemães, mobilizam reações paranóicas aos criticos de Israel (caso recente do Nobel de Literatura Günter Grass), são inseguros à direita e à esquerda, mas patrulham colegas e intelectuais, país afora, sempre em busca de alguma “pista” ou estigma do que não se encaixe em sua camisa de força, pobre e imbecil, do “politicamente correto” (em caso de dúvida, islamofóbicos).

E eis que então irrompe em cena, às sextas-feiras, a coluna de Sibylle Berg -http://www.spiegel.de/thema/spon_berg/-, um pé-de-vento impregnado de frescor, vitalidade e ironia corrosiva, sobre tema livre, mas obrigatoriamente derivado do cotidiano do ser humano, seja às margens do lago suíço, onde reside Sibylle, ou da Zona Leste de São Paulo.

Em “Pergunte à Dona Sibylle”, a escritora e dramaturga alemã - nascida em 1962 em Weimar, na ex-RDA, emigrada para a Alemanha Ocidental em 1984, de onde mudou-se para a Suíça - destila seu sarcasmo, por vezes confundido com implacável cinismo. Cinismo, contudo, é atitude prima de uma bronca irreconciliável do indivíduo com o mundo, sentimento de impotência compensado pela arrogância, mas é tudo o que Berg não preconiza, como se depreende de sua coluna mais recente, que lhe ofereci traduzir neste ultimo final de semana.

Autora de intensa produção ficcional, toda inédita em Português - como Ein paar Leute suchen das Glück und lachen sich tot (Algumas pessoas buscam a felicidade e morrem de dar risada, 1997), Sex II (1998) Amerika (1999), Gold. (2000) Das Unerfreuliche zuerst. Herrengeschichten (Primeiro, as más notícias. Estorias de senhores, 2001), Ende gut (Final feliz, 2004), Habe ich dir eigentlich schon erzählt ... – Ein Märchen für alle (A propósito: já te falei? Um conto para todos, 2006), Die Fahrt (A viagem, 2007), Der Mann schläft (O homem dorme, 2009) e Vielen Dank für das Leben (Muito obrigado pela vida, 2012) – com algumas adaptações ao teatro e prêmios literários amealhados na Alemanha, Sibylle Berg encarna a geração etariamente nem tão jovem (ela tem mais de 40 anos) do que foram a vinte anos mais velha Doris Dörrie e seus livros e filmes dos anos 1980 a 1990, com um olhar desconfiado sobre a realidade alemã, e um feminismo perfumado, com uma mão de mulher, ora escondida, ora oferecida com ternura a esse gênero tão inacessível, chamado homem. Porque apesar das perdas, a dois vive-se melhor, é o que sibila seu romance, “ O homem dorme”.

O que reverbera na crônica que traduzi, “A partir de agora governa a Sra. Berg”, poderia ser resumido como “notícias do front” – o front capitalista (este sim, cínico!) da quebradeira dos bancos, da insolvência dos governos, dos cortes orçamentários, do desemprego e do desespero social. Um caleidoscópio que Berg tenta inverter, chacoalhando o visor até os estilhaços do cotidiano obsceno se adaptarem a um cenário depurado dos agentes predadores e despojado de crenças tidas como religiosas – “não precisamos de crescimento, precisamos de tranquilidade”.

Com vocês, Sibylle Berg.

S.P.O.N. – Pergunte à Dona Sibila A partir de agora, governa a Sra. Berg
Coluna de Sibylle Berg – DER SPIEGEL ONLINE
Trad. Frederico Füllgraf

Uma nova ordem tem que ser imposta ao mundo, imediatamente. Eis algumas medidas para driblar o egoísmo e a imbecilidade do Homo Sapiens. Por exemplo: fechar as bolsas, estatizar os bancos, perdoar as dívidas. Acha isso ingênuo? Então reflita sobre alguma coisa melhor.

Que os seres humanos são umas coisinhas egoístas, glutonas, que, quando tocadas por alguma iluminação, não dispõe sequer da virtude de mobilizar generosidade e compreensão para com seus semelhantes, isso é do conhecimento público. O que surpreenderá a maioria dos meus seguidores nesta página será saber que fui incumbida da missão de reordenar o mundo. Missão do mais alto nível. Os do andar de cima – Bilderberg, o Clube de Roma, as „loggias“, etc. – chegaram a uma encruzilhada e não sabem quê rumo tomar.

Com muita inquietação, contemplam a desagregação do mundo, tal qual o conhecíamos no Ocidente. Aquele mundinho com as quatro estações do ano, apartamentos aquecidos contra o frio e financiamento da casa própria, está virando alguma coisa que ninguém mais consegue controlar. O jogo se tornou confuso: há por um lado os bilionários obscenos, que sequer, como nos velhos tempos, geram empregos para continuar a explorar as pessoas. Por outro, há alterações climáticas, a extinção de espécies e as guerras religiosas.
A regressão dos indivíduos ao comportamento agressivo, devido à finitude dos recursos naturais, a superpopulação, o barulho, a contaminação dos rios, e à água, que vai se esvaindo... – ora, nem me fale, estou apenas fazendo a minha parte!

A nova regulamentação que me ocorre terá vigência a partir da próxima semana, até lá tenho alguns detalhes para ajustar. Graças ao meu juízo, amplo e abrangente, coloquei no papel algumas mudanças fundamentais sobre o gerenciamento do mundo. É como se diz, mas sabendo que hoje em dia não se usa mais papel algum.

Somos um punhado de pequenos idiotas egoístas

Todas as dívidas, pessoais ou públicas, serão zeradas, será impresso dinheiro novo; com lastro em ouro e prata, como nos velhos bons tempos. E o tal Euro também deixará de existir. As bolsas de valores serão fechadas imediatamente. As ações serão desvalorizadas. Todos os governos serão depostos. Com minha anuência, todos os países formarão novas administrações integradas exclusivamente por peritos: cientistas, artistas, médicos. As funções serão distribuídas entre mulheres, homens, incapacitados, homossexuais, minorias étnicas e religiosas – uma coisa justa.

Não haverá cota especial para mulheres, porque não mais haverá empresas com cotações nas bolsas. 

Cessará toda e qualquer pretensão estrangeira sobre as matérias-primas de um país. Todos os países gozarão de hegemonia sobre seus próprios recursos, e apenas a eles pertencerão suas empresas, terras e edificações. Bancos, empresas produtoras de alimentos, o sistema de transporte, a saúde e as escolas serão estatizadas. Executivos qualificados regozijar-se-ão de seus superempregos na administração pública e por terem escapado ao desemprego, devido ao fechamento das bolsas. Não haverá salário mínimo. O crescimento será proibido- não precisamos de crescimento, mas de tranquilidade.

É do livre arbítrio de cada um, escolher sua religião, por ser coisa do foro íntimo. A igualdade prevalecerá para todas as pessoas. Cada qual poderá casar-se com quem quiser, e filhos poderão ser gerados após o exame, por uma junta médica de amáveis neurologistas, do estado mental dos respectivos interessados na geração. Depois de autorizados, estes filhos poderão ser adotados ou admitidos para criação.

As leis de proteção do inquilinato serão duras, implacáveis, e agressões ao meio ambiente serão penalizadas com a expropriação da respectiva empresa. Todas as drogas serão legalizadas, como também toda sorte de auxílio à morte. Aborto, fumar ou não fumar, praticar, ou não, esportes – pois que cada um faça o que achar melhor.

Eu e as demais pessoas não passamos de míseros idiotas egoístas, mas seria triste abrir mão de nossa espécie, despedir-se do mundo. Este mundo que nos aninha em seus poucos crepúsculos cálidos, quando contemplamos, sentados sob o poente, como o sol teima em romper essas brumas à la Blade Runner, e ainda sentimos cheiro de grama. É provável que minha declaração de princípios suscite muitas objeções, e os Srs. tenham ideias muito melhores – mas digam lá, quais?

01 julho 2012

Frederico Füllgraf - Chegar não é preciso: "O Barco da Selva" de Richard A. Bermann



Duas semanas após zarpar de Liverpool, com destino a Manaus, o navio de carga escocês, "Hildebrand", que também leva 150 passageiros a bordo, penetra na foz do Amazonas, mas é desviado de sua rota para o porto de Belém do Pará. O jornalista e escritor, Richard A. Bermann, que investira pequena fortuna naquela viagem, cujo destino são as profundezas da Amazônia de além-Manaus, vive a maior decepção de sua vida: com o nome de “Comuna de Manaus”, um movimento tenentista sublevou-se, suspendendo a navegação sobre o rio-mar. O barco fica retido em Belém e então se inverte o tal dito popular do “ficar a ver navios” - desta vez é o navio e seus passageiros que ficam a ver o rio. “Fiquei louco da vida. Que, depois de viajar para tão longe, chegar até o umbral da fantástica selva sul-americana, não me restasse mais do que vegetar no ´Grand Hotel´ e, no máximo, dar um passeio pelo parque da cidade, isso me deixou desvairado”, confessou Bermann.

Com vinte dias de penosa espera pelo fim da rebelião, o capitão dá meia-volta e retorna à Europa, sem que seus passageiros, entre eles alguns nobres e ingleses, endinheirados, tivessem sentido uma nesga de sabor da Amazônia profunda.

O hilariante episódio é real, aconteceu em 1924.

Três anos depois, Bermann surpreende o público com o romance Das Urwaldschiff
(O barco da selva) - estrondoso sucesso no mercado livreiro de 1927 (300 mil exemplares vendidos nos dois primeiros meses da publicação) e, oitenta anos após seu lançamento na Alemanha, ainda inédito no Brasil. Mas por pouco tempo: tive o imenso prazer de recomendar sua tradução e finalmente receber o convite para traduzi-lo.

A dialética do viajar

O barco da selva narra a estória do professor ginasial, Dr. Bernhard Schwarz, morador dos Sudetos alemães (atual República Tcheca), que após ler “800 milhas sobre o Amazonas”, de Jules Verne, sente-se consumido por imensa “saudade” da Amazônia, e embarca num cruzeiro, rumo à terra da promissão da literatura. Mas então ocorre a revolta tenentista e a retenção do „Hildebrand“ em Belém, que mergulham Schwarz na mais profunda depressão, porque o impedem de realizar o sonho de sua vida.                                         

Debruçado sobre um mapa, no salão do navio, enlouquece com aquela profusão de “manchas brancas” – unexplored! – da cartografia, e é como espécie de consolo ou ironia, quando Hillary, um dos passageiros ingleses, metido a escritor-viajante, começa a narrar a uma pequena platéia de passageiros entediados com o navio paralisado em Belém, a insana odisséia do insensato fidalgo, Francisco Orellana, que em 1541 se juntara à expedição de Gonzalo Pizarro, em busca do mitológico El Dorado.

Febril de gana pelo ouro, a tropa dos espanhóis ensandecidos se despeja dos altiplanos andinos para os baixios da bacia amazônica. Já atacado por outra febre, a da maleita, e encalhado na selva, Pizarro manda construir um barco e ordena a Orellana avançar com pequeno destacamento, com o objetivo de vasculhar saídas do mortífero abraço da floresta. Porém, ao invés de retornar ao acampamento-base, de Pizarro, Orellana sucumbe aos cochichos de seu intérprete Inca, Miguelito, trai Pizarro e embrenha-se cada vez mais na jungla profunda. Na verdade, a traição não foi intencional, pois Orellana manda lavrar em ata solene sua nomeação para Adelantado, justificando a medida a Carlos V com a inviabilidade de sua volta, corredeiras acima, até o acampamento-base de Pizarro - tudo muito correto!



À semelhança do equatoriano, Leopoldo Benítez Vinueza, autor do fantástico Argonautas de la selva (1945), também Bermann conduz seus leitores através das errâncias de Orellana, guiado pelos relatos do Frei Gaspar de Carvajal (Relación del nuevo descubrimiento del famoso río grande… - Quito, 1942), companheiro de viagem de Orellana em sua primeira expedição amazônica, a quem o rio deve seu nome, pois foram guerreiras, “amazonas”, que o cura temente a Deus e letrado em mitos gregos, avistara na margem do rio, antes que uma das flechas delas cravara e vazara um de seus olhos.

Estória(s) dentro da estória, em sua ânsia narrativa, Hillary, que deseja escrever o livro definitivo sobre a Amazônia, intercala a aventura de Orellana com outras crônicas desatinadas, tais como o desgraçado extravio de Isabel Casa-Mayor, mais conhecida por Godin des Odonais, que, separada há mais de quinze anos do marido francês, que partira para Caiena, em 1769 resolve ir ao seu encontro, abandonando Quito e precipitando-se mata adentro com quatro familiares, dos quais apenas ela sobrevive, graças ao seu resgate por um casal indígena.

Contrariando a História real, no romance de Bermann, Orellana finalmente alcança seu destino – o El Dorado. Rastejando de fome e delirando de febre, então se pergunta: só isso? Era isso, apenas, o que eu procurava? Provavelmente, foi também o que se perguntou Isabel Godin, ao reencontrar o marido, Jean Godin des Odonais, ex-integrante da expedição geodésica de monsieur de La Condamine, que já dilapidara o patrimônio do sogro e da esposa, agora acomodado em Caiena; e talvez fosse mesmo essa a razão dele para sua fuga do Equador.

Mas voltando ao eixo da narrativa, o “Hildebrand”.
Na véspera do retorno a Liverpool, todos os passageiros já a bordo – melhor: quase todos – alguém encontra o chapéu de explorador e o binóculo do Dr. Schwarz, pendurados na parede de bombordo. Procuram, vasculham o navio da proa à popa, da casa de máquinas ao convés, durante um dia inteiro mandam mergulhadores realizar buscas nas águas turvas do Amazonas, e nenhuma pista do professor alemão – ele havia desaparecido, ou nas profundezas do rio-mar, ou na mata cerrada, onde jamais seria encontrado.

O barco da selva é uma ironia que se insurge contra o ato de viajar, melhor dizendo: contra a chegada. Quando a aventura de Orellana se completa com sua morte, o romance de Bermann revela a moral de sua estória: navigare necesse, chegar não é preciso!


O Autor

Richard Arnold Bermann, que também escreveu sob o pseudônimo, Arnold Höllriegel, nasceu em Viena, em 1883, e faleceu em Saratoga Springs (EUA), em 1939, durante seu exílio como refugiado do nazismo. Jornalista e contista, Bermann iniciara sua carreira durante a Primeira Guerra Mundial como correspondente em Viena do jornal "Berliner Tageblatt" e colaborador de diversos diários locais. Com a anexação da Áustria pelo regime nazista, Berman deixou o país, estabelecendo-se nos EUA, somando-se ao American Guild for German Cultural Freedomà colônia de artistas exilados, conhecida como Yaddo.

Fora da Alemanha, Bermann ganhou fama como autor de narrativas sobre Hollywood e os bastidores da indústria cinematográfica, e cronista de viagens. Porém, nenhum de seus textos escritos nos EUA, jamais atingiu a marca d´ O barco da selva. Em 1921, a editora S. Fischer Verlag reeditou o Barco..desta vez sob o pseudônimo Arnold Höllriegel; sobrenome hilário que traduzido ao português significa “tranca do inferno”. Curiosidade à parte: Bermann foi o primeiro tradutor alemão das obras de Eça de Queiroz. 

 Contra o tédio a bordo, baile à fantasia e a errância de Orellana...