24 fevereiro 2012

Frederico Füllgraf - Soledad Barret, por Benedetti e Viglietti



Memória

No dia 8 de janeiro de 1973, morria em Recife, assassinada pela ditadura militar brasileira, a guerrilheira Soledad Barret Viedma. Era neta do ilustre escritor hispano-paraguaio, Rafael Barret, e tinha 28 anos. Hoje, início de 2012, Soledad, se viva estivesse, completaria 67 anos de idade, e contaria suas aventuras a seus netos, sentados em seu colo.

Sua brutal execução pelas mãos do famigerado delegado Sérgio Fleury -  torturador cínico, assassino frio -  causou profunda comoção entre os que a conheceram, mas também espanto com a beleza daquela moça de leve sotaque hispânico, que trabalhava como vendedora em uma casa de modas do Recife.

Durante aqueles anos de trevas e chumbo, em que estavam mergulhados os países sul-americanos, a família Barret-Viedma refugiara-se no Uruguai. Dois uruguaios apaixonados por la muchacha Soledad - o poeta e escritor, Mario Benedetti, e o cantor e compositor, Daniel Viglietti - dedicaram-lhe versos devotados .

Fleury a executou, mas o mentor sinistro do assassinato foi seu próprio companheiro, o espião e delator, Cabo Anselmo. 

Foram duas as mortes de Soledad: ela estava grávida de cinco meses. Da besta Anselmo.



Muerte de Soledad Barret  
Mario Benedetti


Viviste aquí por meses o por años
trazaste aquí una recta de melancolía
que atravesó las vidas y las calles

hace diez años tu adolescencia fue noticia
te tajearon los muslos porque no quisiste
gritar viva hitler ni abajo fidel

eran otros tiempos y otros escuadrones
pero aquellos tatuajes llenaron de asombro
a cierto uruguay que vivía en la luna

y claro entonces no podías saber
que de algún modo eras
la prehistoria de Ibero

ahora acribillaron en recife
tus veintisiete años
de amor templado y pena clandestina

quizá nunca se sepa cómo ni por qué


los cables dicen que te resististe
y no habrá más remedio que creerlo
porque lo cierto es que te resistías
con sólo colocárteles en frente
sólo mirarlos
sólo sonreír
sólo cantar cielitos cara al cielo

con tu imagen segura
con tu pinta muchacha
pudiste ser modelo
actriz
miss paraguay
carátula almanaque quién sabe cuántas cosas

pero el abuelo rafael el viejo anarco
te tironeaba fuertemente la sangre
y vos sentías callada esos tirones

soledad no viviste en soledad
por eso tu vida no se borra
simplemente se colma de señales

soledad no moriste en soledad
por eso tu muerte no se llora
simplemente la izamos en el aire

desde ahora la nostalgia será
un viento fiel que hará flamear tu muerte
para que así aparezcan ejemplares y nítidas
las franjas de tu vida

ignoro si estarías
de minifalda o quizá de vaqueros
cuando la ráfaga de pernambuco
acabó con tus sueños completos

por lo menos no habrá sido fácil
cerrar tus grandes ojos claros
tus ojos donde la mejor violencia
se permitía razonables treguas
para volverse increíble bondad

y aunque por fin los hayan clausurado
es probable que aún sigas mirando
soledad compatriota de tres o cuatro pueblos
el limpio futuro por el que vivías
y por el que nunca te negaste a morir.


Soledad
Daniel Viglietti

La  duda lleva mi mano hasta la guitarra,
mi vida entera no alcanza  para creer
que puedan cerrar lo limpio de tu mirada;
no existe  tormenta ni nube de sangre que puedan borrar
tu clara señal.

La  soledad de mi mano se da con otras
buscando dejar lo suyo por los  demás,
que a mano herida que suelta sus armamentos
hay  que enamorarla con la mía o todas que los van a alzar,
que  los van a alzar.

Una cosa aprendí junto a Soledad:
que  el llanto hay que empuñarlo, darlo a cantar.
Caliente  enero, Recife, silencio ciego,
las cuerdas hasta olvidaron el  guaraní,
el que siempre pronunciabas en tus caminos
de  muchacha andante, sembrando justicia donde no la hay,
donde no la  hay.

Otra cosa aprendí con Soledad:
que la patria no  es un solo lugar.
Cual el libertario abuelo del  Paraguay
creciendo buscó su senda, y el Uruguay
no  olvida la marca dulce de su pisada
cuando busca el norte, el norte  Brasil, para combatir,
para combatir.

Una tercera cosa nos  enseñó:
lo que no logre uno ya lo harán  dos.
En algún sitio del viento o de la verdad
está  con su sueño entero la Soledad.
No quiere palabras largas  ni aniversarios;
su día es el día en que todos  digan,
armas en la mano: "patria, rojaijú".

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